Aquí estoy

Por Adalberto Santiago

Recientemente, comencé a orar fervientemente debido a la presión de tener demasiados deberes y responsabilidades, la enfermedad de mi esposa Jenny y la sensación de que Dios quería que nuestra congregación pasara de tener un solo líder a tener un equipo de liderazgo compuesto por varias personas. Mientras oraba, otros se unieron a mí y Dios comenzó a movernos. Se llamó a toda la congregación a un período de ayuno y oración. Como resultado, los líderes ahora organizan una vigilia de oración cada seis semanas aproximadamente. La iglesia se reúne los viernes por la noche durante seis horas de oración, aunque algunos se quedan toda la noche. Luego, hay oración, enseñanza y adoración el sábado por la mañana. Llamamos a estos momentos “Noches de Samuel”, inspirados por la respuesta del joven Samuel al llamado de Dios con las palabras “Aquí estoy”, de 1 Samuel 3. Hemos realizado cuatro “vigilias” hasta ahora.

El ministerio de hombres de mi iglesia, la Congregación Menonita Shalom en New Columbia, Pensilvania, se acercó a mí con la idea de jugar un partido de baloncesto con un grupo de hombres jóvenes que jugaban todos los lunes cerca del pueblo de Milton. Sorprendentemente, los hombres de la comunidad aceptaron la invitación. Los hombres mayores de la iglesia se ofrecieron a cocinar hamburguesas para el grupo, y todos estuvieron de acuerdo. Aunque no recuerdo quién ganó el partido, esta interacción es solo uno de los impulsos misionales que han levantado la congregación. Los miembros de la iglesia están fomentando amistades en sus trabajos e invitando a sus compañeros de trabajo a los servicios de adoración. Las mujeres de la iglesia organizaron un viaje de campamento e invitaron a amigas, vecinas y compañeras de trabajo a unirse a ellas. Sí, acampar, como “tiendas de campaña”. Y las invitaciones fueron aceptadas.

Como pastor, mi viaje de oración encendió un poderoso movimiento dentro de nuestra iglesia. El Espíritu Santo captó la atención de nuestros miembros, guiándolos por un camino impulsado por la misión. Se formaron equipos, cada uno dedicado a necesidades e intereses específicos. Nuestra congregación pasó de tener un solo líder a tener múltiples líderes, cada uno de los cuales afrontaba situaciones diversas. Esta transformación desató un flujo poderoso, con el Espíritu inspirando y guiando a nuestros miembros. Creemos de todo corazón que este es el camino a seguir para nosotros en esta temporada.

¿Dios responde a las oraciones? En New Columbia, ¡creemos que sí!

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