¿Yo …Un Pastor?

Pastor Kevin Dodge

En la Asamblea de Liderazgo de Otoño del LMC 2018, mi amigo y mentor Earl Yoder (obispo del distrito del oeste de Maryland) me presentó a varias personas como su pastor. Esa introducción me dejó perplejo, como suele ocurrir cuando alguien se refiere a mí como un “pastor”. ¿Por qué?

Esa mañana miré a mi alrededor en la sala y vi a los hombres (en su mayoría) que habían respondido al llamado de servir como pastores. Me imaginé que la mayoría de ellos servían como pastores de tiempo completo dedicados exclusivamente al ministerio. Imaginé que los otros que, como yo, eran pastores bivocacionales estaban, a diferencia de mí, plenamente dedicados a su trabajo pastoral, poniendo en segundo plano sus ocupaciones seculares en virtud de su llamado a servir a nuestro Dios como pastores de sus iglesias. En todo caso, me imaginé que estos líderes eran pastores de servicio completo para la congregación.

Luego estaba yo, un “pastor” de nombre solamente, pensé. En comparación, yo no imaginaba que estaba a la altura de las expectativas que el título de “pastor” connota. Soy un profesor universitario de tiempo completo que se ha dedicado de todo corazón y más allá del tiempo completo a servir a sus estudiantes durante los últimos treinta y dos años. ¡Me encanta mi trabajo! Mi papel como pastor, en el sentido tradicional, se limita en gran medida a predicar varios domingos por la mañana cada mes, asistir a las reuniones del equipo de liderazgo de la iglesia y atender a los miembros de la iglesia cuando sea necesario.

Por el contrario, mi colega en el ministerio de la Glade Mennonite Church, el pastor principal, Johnny Martin, trabaja a tiempo completo y se sumerge en sus clases de Estudio y Entrenamiento para un Ministerio Pastoral Eficaz (STEP) y hace todo el trabajo pastoral “pesado”, al mismo tiempo que se esfuerza por ser el mejor esposo posible para su esposa y el mejor padre posible para sus dos hijas y su hijo recién nacido. No sé cómo hace todo eso, pero hace un gran trabajo.

No me sentí y no me siento digno del título de “pastor”. Y sin embargo, cuando hago lo que siento que estoy llamado a hacer, me entrego completamente a la tarea de instruir y guiar a mis estudiantes, buscando seguir los pasos de Jesús para ayudar a aquellos con quienes estoy en contacto (mis estudiantes, compañeros de trabajo, colegas profesionales y otros; pocos de ellos seguidores de Jesús), además de servir a mi congregación a través de la predicación y motivación. Siento que estoy justo donde pertenezco. Ya sea que lo que hago merezca o no el título de “pastor”, yo lo siento, lo siento en mi espíritu, estoy haciendo exactamente lo que Dios quiere que haga. Cuando dejo de analizar y comparar y confío en que la comunidad de la iglesia comprende que mi llamado es algo muy especial, me siento más tranquilo.

He tenido demasiadas experiencias en los últimos tres años desde que fui instruido para el ministerio por la LMC para pensar de otra manera, me he inspirado muchísimo por gracia del Espíritu Santo, he tenido muchas conversaciones y demasiadas “coincidencias”. Dios me ha dado más oportunidades que nunca, las cuales me han permitido poder interactuar con la gente, especialmente con aquellos que no siguen a Jesús, algunos de ellos buscando tímidamente la fe y otros firmemente opuestos a ella. Estos son algunos ejemplos:

  • No hace mucho, una amiga y colega profesional me invitó a tomar un café con ella. Ella no es seguidora de Jesús. Ella quería saber por qué muchos cristianos no parecen considerar el cuidado del medio ambiente como una prioridad importante. Mientras hablábamos, se hizo evidente que sus preguntas y preocupaciones eran mucho más profundas. Se maravillaba de la fe inexplicable de los seguidores de Jesús, pero también cuestionaba la hipocresía de algunos cristianos. Sus preguntas fueron influenciadas por la forma en la que ella veía e interactuaba con el mundo, teniendo en cuenta sus experiencia y su familia. Ella lloraba mientras hablaba conmigo. Independientemente de si lo sabe o no, ella está en busca de algo. Ella compartió lo que sentía conmigo. Yo compartí mi fe con ella. Oré con ella. Ella sabía que podía hablar conmigo. Ella confió en mí para escucharla y entenderla con amor porque sabe que la quiero y lo hago sin juzgarla.
  • El verano pasado, me contactó una joven con quien había coincidido una o dos veces en los últimos meses. Ella creció en la iglesia, pero se alejó debido a su frustración con lo que ve, como las conductas y puntos de vista odiosos, prejuiciosos, codiciosos, racistas y sexistas de los cristianos. Ella me conoció en la universidad, pero estaba especialmente interesada en hablar conmigo porque escuchó que yo era pastor. Hice lo mejor que pude para escucharla y ayudarla a entender que los cristianos son, con demasiada frecuencia, seguidores imperfectos de un Salvador perfecto. Le pedí que no juzgara nuestra fe por nuestro comportamiento, sino por el ejemplo que Jesús vivió. Le pedí que reconociera que todos nosotros necesitamos desesperadamente la misericordia, la gracia y el perdón que sólo está disponible a través de Jesús. No estoy seguro de que se fuera satisfecha con nuestra conversación, pero creo que se fue sabiendo que la valoro, que me preocupo por ella, y que siempre estaré ahí para responder con humildad a sus preguntas. Confío en que Dios, gentilmente y con amor convertirá su corazón de vuelta a Él.
  • El otoño pasado recibí un correo electrónico de una estudiante que creció en una iglesia menonita. Quería hablar conmigo sobre cómo participar en nuestro estudio sobre la migración del búho en el otoño, pero también dijo que se había enterado de que soy pastor y que estaba “impresionada e intrigada” por mi “aparente compromiso” con la universidad, la cual “le pareció un lugar increíblemente árido espiritualmente”. Estaba ansioso por hablar con ella y explicarle por qué “los lugares increíblemente áridos espiritualmente” son precisamente el tipo de lugares donde los seguidores de Jesús necesitan estar más.

Dios también me ha usado para proveer consuelo, apoyo y ánimo a muchas personas, especialmente a los actuales y antiguos estudiantes y a sus familias. Por ejemplo, tengo un alumno recién graduado que es un alcohólico en recuperación, quien comenzó la universidad a los pocos días de su sobriedad y terminó siendo uno de los mejores estudiantes. Su padre fue diagnosticado a principios de 2018 con cáncer de hígado. Con la preocupación de que su padre no pudiera vivir hasta la graduación de su hijo en mayo, conducí un par de horas hacia el este para conocerlo y decirle lo orgulloso que debería estar de su hijo. Tuve una conversación maravillosa ese día con él y su esposa, y oré con ellos antes de irme. Vivió para ver a su hijo graduarse, pero sucumbió a su enfermedad dos meses después. Continúo en estrecho contacto con este antiguo alumno, y también con su familia. Espero ser siempre su mentor, su apoyo y su amigo.

La frecuencia de estas experiencias ha aumentado dramáticamente en los últimos tres años desde que fui acreditado por la LMC y me convertí “oficialmente” en pastor. Y de alguna manera, como nunca antes, Dios me ha dado las palabras para expresarme en el momento justo, tanto en el púlpito como fuera de la iglesia. Ha sido una experiencia estimulante y transformadora. Rara vez me he sentido digno de ser pastor, pero siempre me he sentido preparado. No es lo que hago, es lo que Dios hace a través de mí cuando me quito de en medio del camino y dejó a un lado mis pensamientos y simplemente confío en la guía de su Espíritu.

Para ser honesto, siento que hago mucho más trabajo para Jesús fuera de los muros de la iglesia que dentro. Siento como si la Iglesia Menonita de Glade me estuviera prestando al mundo. Hasta donde puedo determinar, mi congregación entiende, acepta y apoya quién soy y lo que hago. Si ellos están de acuerdo con ello, ¿quién soy yo para discutir?

Cuando dejo de pensar demasiado las cosas y simplemente actúo y vivo tan fielmente como puedo, me siento cómodo. Tal como yo lo veo, depende de LMC decidir si el título de “pastor” es apropiado para mi papel en mi iglesia y en la comunidad. Aprecio la confianza que LMC, mi iglesia y mi mentor, Earl Yoder han puesto en mí. Sigo orando para poder continuar mereciendo esa confianza.

 

BIOGRAFÍA: Kevin Dodge es profesor en Garrett College, donde es Director del Programa de Tecnología de Recursos Naturales y Vida Silvestre en McHenry, MD. Se desempeña como pastor asociado en la Iglesia Menonita de Glade

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